Las personas que no tienen trabajo se inscriben en el sorteo de puestos de barrederos o constructores. En este pueblo español, una de cada tres personas está desocupada.
El alcalde de Alameda, Juan Lorenzo Pinera, fue el impulsor de la idea. “La situación es muy difícil”, dice. “Todos los hombres que trabajaban en la construcción perdieron sus empleos y ahora muchos de ellos ya no cumplen los requisitos para recibir ayuda del gobierno”.
Las personas que están desempleadas, el 34% de una población de 5.600 personas, pueden anotarse y esperar que la suerte los ayude. Una vez por mes, ocho mujeres se seleccionan al azar para limpiar los edificios públicos del pueblo. Ellas trabajan cuatro horas por día y reciben un salario de 650 euros por mes.
Los hombres se anotan para trabajos de construcción. Igualmente, desde hace meses, ese sorteo se suspendió porque no había dinero público para financiar las nuevas edificaciones.
En otras palabras lo que sucede es que Alameda está rodeado de filas de olivos que se extienden por kilómetros hacia la lejana sierra. Ubicada a dos horas al este de Sevilla, en la región de Málaga, la ciudad es un laberinto de calles estrechas bordeadas de naranjos y casas encaladas.
Por eso se le ocurrió una idea para compartir los empleos vacantes en el ayuntamiento: una lotería de puestos de trabajo.
Debemos tener en cuenta que en esta sociedad, la idea que se tiene habitualmente del trabajo es que es algo que sirve para hacer dinero. El trabajo, por el contrario, debe emerger como la necesidad de cambiar la realidad, de hacerla más correspondiente con las necesidades humanas, y como ocasión de cambiar uno mismo.
De hecho, no se trabaja verdaderamente si no hay un trabajo dentro del trabajo para acercarse al Destino, que llama al hombre a través de la circunstancia cotidiana. Desde este punto de vista, no hay diferencia entre lavar platos o dar clase en la universidad porque lo que define la importancia de lo que se hace es la conciencia que se tiene del objetivo.
Es importante saber que educar en el trabajo a las nuevas generaciones debe ser hacerles entender que trabajar no es algo a lo que estamos obligados, que permite ganar más al más pícaro. El trabajo debe ser entendido como la contribución decisiva que hace cada uno al bien del mundo entero.
No podemos dejar de mencionar que el 14,3 % de la población de España es de origen extranjero, señaló la OCDE, según la cual la tasa de empleo y de formación de ese colectivo está por debajo de la media registrada en los países que forman parte de esa organización.
Su último informe sobre integración de los inmigrantes precisa que entre 2009 y 2010 el 57,4 % de los extranjeros tenía trabajo en España, frente a la media del 64,9 % observada en el conjunto de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El documento indica que los no nativos tienen menos posibilidades de ser contratados que los españoles, y explica que la disparidad se debe en parte a las diferencias en la franja educativa y de edad.