A menudo, cuando ya llevamos tiempo en una empresa, solemos “perder” la noción de lo que hacemos y no. Muchas veces gastamos horas en nuestro trabajo, que con una buena planificación supondrían salir antes y horas de ocio. Encontrar un equilibrio en nuestro trabajo es importante, aunque la mayoría de las veces es prácticamente imposible por la cantidad de tareas que mandan los jefes.
Una de las cosas “básicas” que olvidan muchos que se convierten en jefes, es cómo trabajaban antes y el tiempo que les daba a realizar las tareas. Es importante no olvidar tanto para los que son jefes como para los que no, la planificación correcta de las tareas. Si vemos que nuestro trabajo nos desborda o que podríamos ser más productivos de otra manera, lo mejor es decirlo.
1. Ser conscientes del cambio
Como decíamos antes, perdemos la noción del tiempo. El terminar el trabajo a tiempo, o llegar a unos objetivos diarios, nos puede hacer perder muchas horas al día. Tanto si vemos que podemos hacer más con otros métodos, como si estamos desbordados de trabajo, hay que hacérselo saber al jefe, ya que si estamos en una mala situación podemos hacer perder tanto a la empresa como a nosotros mismo. La labor del jefe es equilibrar los trabajos de todos, y no pedir más de lo que el podría dar, o de lo que dio en su momento.
2. No dar paso en falso
Antes de hablar con el jefe, debemos cuestionarnos qué hacemos y cómo lo hacemos. Quizás es problema nuestro, de planificación o de otra cosa, por lo que debemos estar seguros que el cambiar nuestro trabajo no está en nuestra mano, y que es cosa de nuestro jefe equilibrarlo entre los empleados o con nuevas contrataciones.
3. Reunión y preparación
Debemos solicitar una reunión formal, y no hacerlo por lo pasillo o a la hora del café. Es importante que nos tomen en serio, y que no sea algo que no es urgente. Nuestro trabajo depende de ello. Debemos llevar unas ideas, sobre qué debemos mejorar, las razones por las que no estamos contentos, e incluso propuestas de cómo podemos mejorar o qué nos puede ayudar.
Si finalmente, observamos algún cambio o nos ofrecen nuevas tareas, e incluso un horario nuevo, necesitaremos tiempo de adaptación. No es fácil coger nuevas rutinas, e incluso podríamos pensar en volver a lo de antes. El cambio no debe ser muy brusco y siempre hay que hacerlo de una manera progresiva. Los cambios en las empresas pueden ser extraordinariamente buenos para todos, o muy malos.