Fuga de Cerebros en Sevilla

Algunos se marcharon para aprender un idioma. Otros lo hicieron con un contrato bajo el brazo. Y también los hubo que abandonaron España, simplemente, para probar fortuna. Todos tienen un denominador común: son jóvenes sevillanos y universitarios que no encuentran un hueco laboral que se adecue a sus expectativas de empleo, de ahí que un día decidieran hacer las maletas -o estén a punto de hacerlas- para encontrar en el extranjero la oportunidad que España no les brinda.

La crisis ha hecho mella en las expectativas de trabajo de los jóvenes. Tener un título académico no garantiza en España un empleo bien remunerado. Ni tan siquiera la posibilidad de encontrar un trabajo, con independencia de las condiciones. Tras años de estudios -y de gasto de las administraciones para sufragar parte del coste de dichas carreras- son cada vez más los jóvenes que deciden marcharse a otros países para encontrar un trabajo acorde con su formación. Los universitarios sevillanos también se han sumado a esta tendencia.

Actualmente no existe una estadística oficial sobre el número de licenciados en las dos universidades públicas de Sevilla (la Hispalense y la Pablo de Olavide) que hayan abandonado la provincia para buscar un empleo en el extranjero. Los únicos datos que avalan la fuga de cerebros provienen del estudio que elaboró durante el primer trimestre de 2012 el Ayuntamiento hispalense, en el que se constata la escalada de paro entre los licenciados de la capital andaluza y del área metropolitana.


El estudio, realizado a instancias de la Delegación municipal de Empleo y Economía, califica de “enorme drama” la situación por la que atraviesan los universitarios sevillanos a consecuencia del desempleo. En concreto, los titulados representan el 10,08% de los parados sevillanos y del área metropolitana con menos de 30 años. En la urbe hispalense este porcentaje se eleva al 12,43% en dicho grupo de edad. En cifras concretas, el número de jóvenes de la capital que con menos de 30 años y habiendo obtenido una titulación aún no han encontrado trabajo es de 1.055. Si a ellos se suman los del área metropolitana, la cantidad se eleva a los 1.527.

En relación a este aspecto, hay recientes informes económicos que alertan de la alta tasa de sobrecualifiación que padece España, que llega al 31% de la población que goza de un empleo. Volviendo a la encuesta del Ayuntamiento, también es destacable que la mayoría de los contratos fueron temporales, con un alto porcentaje de ellos con duración superior a nueve meses.

UN caso de esta “fuga” es el Ing. Carlos Barrios, que a sus 25 años, y tras finalizar la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Sevilla, decidió marcharse este verano a Austria al ser contratado por una empresa, con sede en la ciudad de Linz, especializada en la fabricación de máquinas. “En junio recibí un mensaje de un coordinador de la facultad para una oferta de trabajo. Una compañía austriaca buscaba mano de obra especializada en España. Envié el currículum y vinieron a Sevilla a entrevistar a los que sabíamos alemán. Querían formar a “constructores”, que es como denominan al trabajador que se encarga de diseñar un tipo de máquina industrial según las necesidades de los clientes”.

Desde que empezó los cursos de formación, este joven -que cuenta ya con un contrato indefinido- percibe al mes 2.000 euros brutos. Cuando acabe esta etapa y comience la de trabajador cualificado cobrará al mes 2.400 euros, lo que sumado a las pagas y horas extras le permitirá conseguir al año unos 35.000 euros. “Esta cantidad es inimaginable actualmente en este país”, añade Barrios, quien asegura que sus compañeros de promoción que han logrado un trabajo en España sólo perciben, “como mucho”, 600 euros mensuales.

Además de ser ingeniero y emigrar al extranjero, Carlos Barrios comparte la experiencia previa de haber residido fuera de España durante sus estudios, aprovechó una beca Erasmus para estar en otra ciudad austriaca, Graz. Dichas estancias le permitieron valorar “la importancia de realizar prácticas en empresas antes de acabar una carrera”.

La marcha a otro país no sólo tiene como fin la búsqueda de empleo. Muchos jóvenes salen de España con el objetivo de aprender o ampliar el dominio de un idioma que le sirva como herramienta para encontrar un empleo en mejores condiciones.

Según este joven, lo más “frustrante” para los universitarios sevillanos es acabar una carrera, tener ganas de poner en práctica unos conocimientos y que nadie te otorgue esa oportunidad. “Creo que falta mucho para que los empresarios nos valoren”, apostilla esta sevillana, que opina que hay que salir fuera para que acaben reconociendo los méritos.

Hay quienes también se aventuran a marcharse al extranjero para probar fortuna sin tener ningún contrato cerrado.

Publicidad