¿Curriculum A y curriculum B?

Con una tasa de paro como la que tenemos, con una escasez de empleo notable, y en general, con un ambiente que envuelve al mercado de la oferta laboral verdaderamente oscuro, la cuestión de la formación siempre aparece como un elemento de importancia capital; esa sensación de que cuanto más formados nos encontremos mayores posibilidades de obtener un empleo podemos tener.

Esto efectivamente es así o debiera ser así, sin embargo, cuando el mercado laboral oferta tan pocas plazas de trabajo, y cuando los currículum que circulan diariamente se cuentan por millones, el rechazo a las postulaciones de empleo por sobrecualificación se da con una frecuencia mucho mayor de lo que tal vez pudiera parecer.

Obviamente, para alguien que acumula un alto grado de formación, recibir una negativa a un puesto de trabajo por un exceso de cualificación, puede en principio sonar mal, aquí deberían intervenir elementos como el tipo de puesto de trabajo al que he optado, la cualificación real que ese puesto exigía, y el temor de las empresas a la sobrecualificación como un elemento que a corto y medio plazo provoca desmotivación en una persona excesivamente cualificada desarrollando un trabajo con un nivel de exigencia de formación mucho menor a la que posee.

Sin embargo la necesidad obliga y son muchas las personas, jóvenes fundamentalmente, que se plantean la necesidad de poseer un doble currículum, por un lado un currículum extenso que será el que acrediten su nivel formativo real y que pretenden emplear en aquellas ofertas de empleo más cercanas en exigencia su grado de formación, y por otro lado un currículum más reducido que pueda paliar el efecto del rechazo como cualificación.

Nadie, o muy pocos, se ponen de acuerdo sobre lo idóneo de esta actitud. En principio y desde el punto de vista de la necesidad de empleo, puede resultar comprensible, sin embargo de la misma manera que puede resultar comprensible, esta manera de tratar de optar a un puesto de trabajo puede convertirse en un arma de doble filo, ya que, por un lado no garantiza en absoluto la oferta de empleo, y por otro, puede situarnos en texturas complejas ya desde las propias entrevistas de trabajo.

Publicidad